BUCLECITOS DE ORO
donde las gaviotas y golondrinas
baten sus alas el ebúrneo nebular,
donde las noches silentes son más divinas
cuando hay agitación de besos en el mar
y se extiende el murmurar de amores
de tritones y sirenas que se han de amar:
Junto a las góndolas que navegan a la par
de un mágico idilio que revienta en prosa
Y ¡Oh! que cosa en poesía he de contar:
Nació Buclecitos la princesa hermosa
confeccionada de sonatinas, madrigales y cantos;
y podrán haber mil romances… ¡tantos!
pero ningún dilema como el de Buclecitos
que yo Lot, sin mucha prisa
Te voy con el alma a cantar:
Diez y siete perlas hace que la reina Laura
concibiera en su vientre materno un diamante
y a la luz ambarina de una ínclita aurora
nació la princesita de sentir agobiante…
Aunque nadie sabia por qué tan serena
Y tan llena de gracia sollozaba en su alcoba
casi un lirio marchito le daba dolor… pena…
que su padre el Rey Loarca la creía tan boba;
Más ella en silencio… lloraba, sufría…
cuando su paz le quitaban gemía,
como quien a los cielos sus astros le roba.
Era de alcurnia tan noble la bella princesa
que no sabíase heredera de aquella comarca.
-híncase de hinojos un paje y la mano le besa-
y ella tan dulce, tan tierna, tan casta le enmarca
con su azabache mirada y golondrínica ceja
al mozo sencillo que en palacio a la parca
al quedar huérfano de paladín trabaja
Nunca sonreía la virtual princesa
colmábale la reina de presentes mil:
collares de cuentas marinas y atavíos turqueza
un cofrecito de rubíes y perlas de marfil.
Encajes dorados, zapatillas de terciopelo
la hacían de otros Reinos la más hermosa
más ella en su candidez de niña lucía el velo
de su tierna melancolía de nácar y rosa…
Solía salir mustia y solitaria al jardín
donde sólo ruiseñores y avecillas danzarinas
en su alba sien perlada de estrellitas ambarinas
jugueteábanle una ronda de trinos y carmín.
Sus diáfanos ojos dos lúcidos océanos
su rubio cabello una silueta cascada
soltaban al viento aroma sus rosadas manos
que esparcían cual pétalos de Amor, ilusionada…
Rodeada de dalias y lirios estaba un día
aquella virgencita del alba
princesita de Mayo
recostada en la grama exóticamente lucía
un ramillete de acacias ella era el tallo…
Y cuentan que nunca, cantaba
sonrojábase entre lágrimas entristecida
la rudeza de tu padre el rey la agobiaba:
cuando ordenaba azotar a un flácido lacayo…
Se acariciaba con la fresca
brisa
de una limpia y radiante mañana;
el cielo, mágico espejo… su belleza engalana
y al fondo un arcoíris coronaba a Buclecitos…
Era su centro el cristalino trinar de un ave
su trono una concha de nácar y grana
amortiguado con musgo purpurino y suave…
Sustentábase su alma de celestial corola
El bosque y la Soledad su más regio palacio
sin embargo suspiraba… pensativa y sola
languideciendo de amor, despacito… despacio
Cuando volvía silenciosa al palacio real
sus doncellas con alfombras de Estambul;
tendían a sus pies un bordado angelical
polen de buganvilias blancas y sudario azul.
Ella consentía con el alma sumisa
la atención de sus fieles doncellas
era la más bella entre todas las bellas
pero… siempre triste, triste, triste, sin una sonrisa…
Tenía un rutilante broche incrustado en el pecho
con cautivos colores de siete prismas;
meditaba rostro arriba en su purpurino lecho
perfumando la alcoba con sus manos mismas…
Era su único consuelo la luz que brillaba
de la esmeralda tornasol de su esperanza
si algún día vendría su doncel que tanto amaba
más aún no sabia de qué color sería
el corcel en el cual a desposarla vendría.
Pues ignoraba su linaje pero la presentía
Cuentan los súbditos que nunca ya nunca
la princesa Buclecitos de su alcoba salió;
pero nadie supo porque tanto lloraba
y por qué una lágrima nostálgica rodó
cristalina y pura… bajo la puerta cerrada.
Pero una noche sin luna ente siete luceros
su hada madrina que se le apareció
venía del brazo de dos gallardos caballeros
que no supo ni cuando su boca sonrió…
A
mis dos hijas, Vianki y Selene.
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